domingo, 27 de mayo de 2012

CORREDOR MEDITERRÁNEO (ventajas y peligros al País Valencià)

La sociedad valenciana, independientemente de su ideología, estatus social u otra consideración, ha hecho piña común durante los últimos tiempos para que la Unión Europea priorice la construcción del llamado Corredor Mediterráneo, una mega-infraestructura que unirá el sur de la Península Ibérica (Algeciras) con la frontera francesa y , por ende, con el resto de Europa.

Esta infraestructura es fundamental para mejorar exponencialmente el transito, principalmente de mercancías desde el norte de África hasta el corazón de la U.E., gracias al ancho de vía ferroviaria común. A la vez es innegable la sostenibilidad y el rendimiento económico que tiene el ferrocarril frente a otros medios de transporte.

Contribuiría además a romper una herencia del franquismo, las comunicaciones radiales, creando mediante un eje transversal un flujo distinto y que seguiría su cauce natural; por tanto frente al corredor que, atravesando los Pirineos, conectaría con Aragón, Madrid y Portugal, parece y es mucho mas recomendable, sostenible y necesario. Otra cosa es su financiación, que dada la situación de crisis actual, nos lleva a pensar que su construcción a corto o medio plazo es sencillamente incierta.

No obstante a pesar de los beneficios apriorísticos que parece tener la construcción del citado corredor hay que contraponer una cierta calma envuelta de lógica para que no nos encontremos en un breve periodo de tiempo dentro de una burbuja infraestructural que seria la sucesora de la ya conocida burbuja inmobiliaria, y, que no tengamos la tentación de huir hacia delante como nos demanda el sistema que nos ha llevado al punto critico en el que nos encontramos.

De hecho al Pais Valencià (y al resto de autonomías implicadas), se une a la construcción del Corredor Mediterráneo, la ampliación de las infraestructuras portuarias existentes, amparándose en el aumento de la capacidad de recepción y distribución que aportara la infraestructura ferroviaria y que deberían verse cubiertas por los puertos existentes.

Esto acarreara una mayor destrucción litoral que se debería limitar, ya que no se pueden ampliar todos y cada uno de los puertos existentes sin tener en cuenta la cercanía que tienen unos de otros (Castelló-Valencia, 60 Km.); el impacto sobre el litoral en cada ampliación es evidente:

Destrucción directa del medio marino, costero y paisajístico.
Modificación de las corrientes y del lecho marino.
Alteración irreversible de playas, dunas y acantilados.
Amenaza y destrucción de caladeros de pesca y Espacios Naturales Protegidos.
Contaminación ambiental y vertidos
Gasto para rehacer las infraestructuras dañadas por los temporales.

Y, así, hasta un sin fin de inconvenientes, como muestra un ejemplo: Desde 1995, la ampliación del puerto de Castelló ha triplicado la longitud de sus muelles y ha duplicado su calado (2,5 millones de metros cuadrados ganados al mar), y, para lo único que ha servido es para que el citado puerto sea uno de los pocos de la Península en el que pueden entrar los barcos conocidos como monocascos (Prestige), autores de varios de los desastres ecológicos mas importantes.

Por todo ello es recomendable que a la creación de una infraestructura beneficiosa e indudablemente sostenible como el Corredor Mediterráneo, vayan unidas medidas para que los dirigentes locales no tengan la tentación de, todos a una, meter al País en una nueva espiral de construcción degenerativa e intrusiva dañando así nuestros cada vez mas menguantes recursos y espacios naturales.

No se puede caer en la tentación, de, por segunda vez y en aras del crecimiento incontrolado inflar una burbuja que luego nos tocara sufrir en forma de crisis sistémica, ecológica y de sostenibilidad.

Por todo ello hemos de incidir en que la realización de una gran infraestructura ha de tener hasta el ultimo detalle digamos, “analizado”, para que luego no nos hayamos de lamentar cuando ya sea excesivamente tarde.


J.M.Segarra

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